Agandallamiento.

No cabe duda que en nuestra sociedad se privilegia “la ley del más fuerte”... sólo que una pequeña acepción: en éste caso es “la ley del más gandalla” y por lo que veo, parece que los gandallas llegaron para quedarse pues el método les ha funcionado hasta ahora.

Nunca falla: Vas en una vía rápida, formadito en el carril de incorporación junto con otras docenas de automovilistas avanzando despacio, despacio y de repente ves pasar junto a tí a un bólido por el acotamiento. “Qué jijo de...”, piensas. Y al rato pasa otro, otro y otro y tú nomás no avanzas. Hay quienes esperamos en la fila, pero también hay quienes después de ver pasar al décimo auto por el acotamiento hacen lo mismo. ¡Al fin que siempre hay quién deje entrar a la fila! Y que los que se forman se frieguen, porque yo soy más “listo” que ellos.

O vas a algún centro comercial y notas que aunque hay multitud de espacios vacíos pero los del frente, destinados a discapacitados, ancianos y mujeres embarazadas, están ocupados. Pero no por gente con necesidad, sino por sendos pendejos a los que les importan un rábano las limitaciones para desplazarse de otras personas. ¡Carajo, qué les cuesta dar 30 pasos más! Y no he ido a poner mis letreritos (ver imagen) sólo porque no tengo tiempo pero ganas me sobran. Ojalá que ése cierto tipo de sujetos estuvieran imposibilitados de procrear pero no: Huevones crían peores huevones, pues si sus padres se pasaban por el arco del triunfo el respeto, imagínense un sujeto al que nunca le impusieron límites ni le dijeron qué es correcto y qué no.

Y como ésos ejemplos hay muchísimos: el que se roba papelería de la oficina, el escuincle que se roba los cambios, la secre que llega a peinarse, desayunar y maquillarse, los viene-viene que se apropian las calles, los estafadores, la clase política de nuestro país... etc. No pretendo dar lecciones de moral pero creo que mientras no cambiemos, la situación será cada vez más insostenible y a éste país se lo está llevando el carajo pero no es culpa del Peje, ni del espurio, ni de Elba Esther, ni fue de Fox o de Echeverria. A México se lo llevan entre las patas los mismos mexicanos gandallas, aprovechados, irrespetuosos, desorganizados y ventajosos. Sino cambiamos, ¡aunque nos gobierne la Santísima Trinidad, nos lleva el carajo!! Y todo por privilegiar la cultura del menor esfuerzo y el gandallismo.

¡Buen fin de semana!