jueves, junio 11, 2009

Más del voto.

Conforme se van acercando las elecciones surgen más y más opiniones respecto al voto. Les comparto la columna del día de hoy del maestro Miguel Angel Granados Chapa.
Reforma 11 de junio de 2009
PLAZA PÚBLICA * Miguel Ángel Granados Chapa
Libertad de sufragio.

"En un infortunado retorno al pensamiento único del sistema autoritario, la campaña del Instituto Federal Electoral contra el voto anulado tiene como lema "Yo sí voto por México", como si hicieran lo contrario quienes proponen protestar con el voto.
La proclama de Madero en su propósito de modificar el sistema político porfiriano puso el acento en la efectividad del sufragio. Es decir, en su utilidad, en que sirviera para que los ciudadanos eligieran verdaderamente a sus gobernantes. La efectividad del voto lleva implícita la libertad de los gobernados para emitirlo en el sentido que les parezca preferible.
La libertad del voto en México supone, en primer lugar, la opción de emitir el sufragio o no hacerlo. Si bien tanto la Constitución como el Código Electoral son deliberadamente ambiguos al definir esa capacidad ciudadana como un derecho (prerrogativa es la denominación constitucional) y una obligación, es claro que todo el desarrollo de las normas y la doctrina al respecto concluyen en que se trata de un derecho público subjetivo. Por lo tanto el territorio en que se puede ejercerlo es muy dilatado, tanto que implica la posibilidad de no usarlo, de abstenerse. Con tono admonitorio es posible reprochar a los abstencionistas deliberados su decisión de no aproximarse a las urnas, pero no se les puede imputar el que falten a una obligación ni es posible imponérseles ninguna sanción (no prevista en parte alguna de la legislación).
Los ciudadanos que acuden a la urna son libres para escoger el sentido de su voto. Pueden escoger anularlo, lo cual es posible, si así se desea, dejando sin marcar la papeleta, en lo que erróneamente se llama votar en blanco pues la boleta es muy colorida, o pueden inscribir un nombre en la línea reservada a los candidatos no registrados, o escoger entre las opciones partidarias. En las elecciones federales se presentan ocho partidos y en algunas entidades donde se renuevan los poderes puede encontrarse alguno más. La gama es, así, muy amplia, y toda está garantizada por la libertad de sufragar que implica, hay que repetirlo, la de no hacerlo.
Sobre esa base habría que desechar el tono de reprimenda y aun ofensivo e insultante que asestan a quienes piensan lo contrario los proponentes y proselitistas de anular el voto (en cualquiera de su modalidades) o los que están convencidos de la necesidad y utilidad de escoger entre partidos y candidatos. La intensa campaña que se ha provocado en torno a ese tema puede ser más productiva, más rendidora para la convivencia democrática si se elimina o cuando menos se atenúa el tufo rijoso de que se ha impregnado el debate paralelo al que debían establecer los partidos para asegurarse la preferencia pública.

Quienes quieren expresar su rechazo al sistema partidario o a la conducta de los partidos, midiéndolos todos con el mismo rasero, metiéndolos todos en el mismo costal, hacen bien en calcular los modos y las consecuencias prácticas del voto nulo. Debe considerarse qué entiende como tal el Código Federal de Instituciones y Procedimientos Electorales. Con sintaxis deplorable el numeral dos del artículo 274 del Cofipe dice que "son votos nulos... aquel expresado por su elector en una boleta que depositó en la urna, sin haber marcado ningún cuadro que contenga el emblema de un partido político; y... cuando el elector marque dos o más cuadros sin existir coalición entre los partidos cuyos emblemas han sido marcados". El artículo 277 define de otro modo el voto nulo, por exclusión, es decir como algo distinto al voto válido, que es aquel donde el elector marca "un solo cuadro que contenga el emblema de un partido político". Serán nulos, en consecuencia, los votos emitidos en forma distinta a la señalada, entre los cuales se comprende a los que contengan leyendas de cualquier naturaleza, o votos por candidatos no registrados pero expresados fuera del lugar destinado expresamente a ese propósito.
El voto por candidatos no registrados se asienta en el acta en lugar separado. De ese modo, tal tipo de sufragio ofrece una ventaja a quienes quieren una misión del sufragio que sea elocuente, que conlleve un mensaje a los partidos. En cambio los votos anulados de manera deliberada se suman sin distinción a los votos nulos por impericia del emisor, que suman un porcentaje apreciable en toda elección en términos variables, que oscilan entre el dos y el cuatro por ciento regularmente. Habrá quienes piensen que es mejor así, para que el número de sufragios anulados voluntariamente aparezca abultado, a efecto de dar mayor contundencia al recado de rechazo que la mayor parte de los impulsores de la anulación del voto quieren lanzar a los políticos profesionales. Pero al mismo tiempo, si la cifra de anulaciones es la ordinaria se perderá el efecto de protesta que se busca dar a esa forma de inutilización del sufragio.
La anulación tiene consecuencias para el reparto de asientos en la legislatura y para el financiamiento público que pueden ser contrarias al propósito de la tendencia anulatoria, porque si la invalidación deliberada tiene éxito y hace disminuir la votación efectiva, los partidos obtendrán sus canonjías con menor número de votos.

De igual modo que no tacho a nadie que escoja a partidos y candidatos diferentes de los que escojo yo, tampoco reprocho nada a los abstencionistas o anuladores. Por mi parte haré un esfuerzo y tomaré alguna o algunas de las opciones partidarias, en función de los candidatos. Creo en la pertinencia de retomar el sentido original de la representación política, en que los votados reciben un mandato de los votantes, de cuyo ejercicio deben dar cuenta. Entiendo el voto no como la extensión de una carta blanca, sino como un compromiso exigible."

11 comentarios:

Juan de Lobos dijo...

Muy interesante la postura, lo único que me queda claro es que se anule o no el voto, al menos el discurso político cambió.
La preocupación respecto al abstencionismo o la anulación del voto es un temor real. Si bien es cierto que obtendrían sus canonjías con menos votos, también lo es que ya están preocupados por sus propios registros. Simplemente si no reunes votos, no renuevas tu registro y ya no andas sangrando a la ciudadanía.Recordemos que a esa bola de parias los mantenemo nosotros.

Aullidos para ti. Dulces sueños.

Exenio dijo...

No por nada el maestro Granados Chapa ES "EL MAESTRO"...

Por otro lado, a reserva de tener claro que cada opinión es respetable, me he encontrado unas líneas bastante "claridosas" de un blogger y cuyo texto en integridad más adelante comparto; espero no cansarte con su lectura:

Disfrazar la apatía, o de cómo (des)legitimar a las minorías


Del Blog de Vitochas "Estupideces sin sentido"; entrada publicada el 8 de junio de 2009.

Habrá quien reconozca su producción literaria como magistral, talvez por genuino gusto y conocimiento de sus enrevesadas y pretensiosas formas sintácticas, y habrá quien lo alabe sólo porque ha recibido un Premio Nobel, el punto es que José Saramago ha vuelta a la palestra política de nuestro país. La primera vez que lo hizo fue cuando le externó sus simpatías al “subcomandante Marcos”, que imbuido en su narcisismo intelectual, no tuvo ni siquiera un mínimo gesto de agradecimiento.

Ahora Saramago vuelve a ser sujeto de menciones en las charlas de sobremesa y en los artículos periodísticos, porque en una de sus novelas -que debo confesar sin ningún dejo de pena o vergüenza que no he leído, porque después de “El Evangelio según Jesucristo” y “La Caverna” terminé aborreciéndolo y considerándolo el Arjona de la literatura; perdónadme ortodoxos, pero eso es lo que pienso y no me arrepiento- hay un llamado al voto en blanco, como una forma de expresar el descontento hacia la degeneración del modelo democrático occidental, o por lo menos eso es lo dice el reseñista que leí esta mañana.

A menos de un mes de las elecciones federales intermedias, en las que se renovará la integración de la Cámara de Diputados, ha cobrado fuerza en los círculos intelectuales y político-partidistas, el debate acerca del voto en blanco; tan ha sido así, que existe una enorme confusión entre el significado del voto en blanco y el voto nulo, que son dos cosas totalmente diferentes.

El voto en blanco es un mecanismo de participación que otorgan algunas legislaciones elctorales para los ciudadanos expresen su desacuerdo o insatisfacción con las opciones políticas existentes, tiene valor estadístico y en ocasiones hasta puede ser determinante para la validez de una elección, aunque esto último sólo se tiene contemplado en la legislación, porque en estricto sentido no ha habido hasta ahora una experiencia en la que el porcentaje de votos en blanco haya sido tan alto como para declarar inválidos unos comicios.

Exenio dijo...

El voto nulo, por otra parte, es resultado de la torpeza del votante al momento de sufragar, o bien, de su desconocimiento acerca de la carencia de validez de un sufragio así emitido.

Un voto se puede anular desde el momento en el que una de las líneas del tache (x) por la opción elegida rebasa el recuadro asignado al logotipo de dicha opción; o bien cuando se escribe una muy sentida mentada de madre hacia algún candidato ocupando todo el espacio de la boleta.

En términos estadísticos el voto nulo no tiene eficacia, precisamente porque es nulo; de manera que para determinar la validez de una elección sólo se cuentan los votos efectivos.

Así las cosas, ¿cuál sería la opción en México de cara a la elección de Julio próximo: anular el voto o votar en blanco?

Desafortunadamente ni la primera ni la segunda, sino todo lo contrario. En México no existe ninguna disposición en la legislación electoral que otorgue validez a los votos en blanco y, estadísticamente, resulta muy difícil diferenciar entre un voto anulado por voluntad propia del elector de uno anulado por su torpeza a la tachar la boleta.

Pero eso sí, votar en blanco o anular el voto dejaría en posibilidad de que quienes definan la elección sean las minorías que acudan a votar por X o Y opción. Y aquí es donde radica el gran riesgo y la irresponsabilidad del llamado a anular el voto, protagonizado por la siempre políticamente correcta e impoluta intelectualité progresista de este maravilloso país de globos, bicicletas, avioncitos que se caen y gripes porcinas.

Anular el voto o votar en blanco es como no haber acudido a votar, y en ése caso, es mejor quedarse en casa para no alterar el estimado de abstención, que rondará por ahí del 60% del padrón electoral.

Y he aquí otra razón más para no hacer caso a ese llamado tan heroico: si de por sí el porcentaje de abstencionismo indica que de cada 10 electores sólo cuatro decidirán, la anulación del voto reduciría aun más esa proporción, sólo tres de 10 electores decidirán por una inmensa mayoría, mientras que uno irá ingenuamente a hacer nada a la casilla; o más si hará algo, acudirá a legitimar a las minorías decidiendo por las enormes mayorías valemadristas.

Lo que menos necesita el país en este momento es un déficit de legitimidad de sus instituciones, que está por encima de los individuos que las hacen operar. Manlio Fabio Beltrones puede ser un mafioso, Peña Nieto un frívolo y Calderón un pelmazo, pero son lo que tenemos y si nos ponemos rigorosos con nosotros mismos, son lo que nos merecemos.

Si vamos a las urnas y votamos por alguno de ellos, así de dientes para afuera, podremos exigirles cuentas, acciones de gobierno eficaces y leyes acordes a la realidad del país. Y ellos, con todo lo poderosos que nos puedan parecer, se verán presionados a rendir cuentas.

Lo más fácil es ponerse la chaqueta de ciudadano digno, informado, ético y responsable, como lo hacen los promotores del voto nulo; pero ¿y después qué? ¿Quien hará la chamba que hacen esos políticos vapuleados? ¿Carmen Aristegui? ¿José Antonio Crespo? ¿Jacobo Zabludovsky? ¿Alejandro Martí?

No lo creo y tan sólo imaginar a Aristegui como secretaria de Gobernación me causa calosfríos.

Así que mientras no haya quien quiera asumir la responsabilidad de actuar políticamente, no hay más que echar mano de lo que tenemos.

Es terrible, lo sé; pero podrá ser pior si no vamos a votar o si anulamos el voto con un muy sentido aunque procaz “Peje, vas y chingas a tu madre”.
xxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

Exenio dijo...

(((LOS TEXTOS ANTERIORES SON LA TRANSCRIPCION, COMO SEÑALE, DEL BLOG DE VITOCHAS "ESTUPIDECES SIN SENTIDO"; entrada publicada el 8 de junio de 2009.)))

pez dijo...

híjole, no le entendí nada al Maestro, tendré que leer más despacio

y luego Exenio con su comentario conciso y macizo, pues menos entendí

opinaré luego, je

AndreaLP dijo...

Lobo: Fíjate que estoy considerando votar por un partidillo mierdero para que ningún partido de los 3 grandes tenga todo el poder.

Exe: El vitochas tiene las teclas llenas de razón. Gracias por el dato.

Pez: ¿Ya ves como las drogas destruyen? Jaja. Regresa a opinar.

Kix dijo...

Ese Granados Chapa es de lo poco rescatable que aún tiene el periodismo nacional, con todo y sus casi 70 años.

Kix dijo...

Exe, no estoy de acuerdo con el tal Vitochas. Primero, ¿por qué demonios le dice al maestrazo Saramago, el Arjona de la literatura??

Ahora dice que el voto nulo es por torpeza del votante. Me parece que se autoproclama juez por andar poniéndole adjetivos a las personas y con una visión muy corta: ¿acaso quienes pensamos votar en blanco es porque creemos que tendrá valor jurídico? ¿No puede el tipo pensar que es simplemente porque ninguno nos convence? Por ahí me argumentaban que lo que estoy pensando hacer se lo pasarán los partidos por el arco del triunfo. Pues bien, esto lo hago por mí, no por ellos.

Además, una cosa es abstenerse y otra muy distinta anular el voto.

Exenio dijo...

@KIX: Relaaaaaax mi Kix, relaaaaaax.... jajaja!!!

La aproximación a las letras del joven Vitochas no tiene mayor objeto que el de proveernos de otras informaciones -igualmente valiosas- que contienen, desde luego, otros puntos de vista.

Coincido en que cada cual (espero), sabrá que hacer con la oportunidad de ir a votar o no, o de hacerlo de la manera en que juzgue conveniente.

Parte de lo rescatable de las líneas que transcribí -desde mi humilde punto de vista- tiene que ver no con el "paradero" de los votos nulos o del servicio que ello procure o no a la democracia y los órganos quesque encargados de hacerla cumplir, sino con el hecho de que, quien escoja votar por tal o cual color (OJO, no quien decida dejar la boleta en blanco, anularla, o votar por quien más confianza le tenga), pueda e-x-i-g-i-r-l-e al personaje en turno el cumplimiento de ese simple deber: el de representar la voluntad del pueblo.

La cosa es que no abusen de nuestra "ignorancia" (entendiendo por aquella la falta de información, o las ganas por saber), creyendo que no vamos a exigirles a nuestros empleados (porque eso son los ilustres diputeibols, senadores y demás raza). Como que ya va siendo hora, no?

Digo (pa'rematar), no es que "tengamos" que votar por tal o por cual o si ello tiene consecuencia inmediata o no, es que más bien hay que ver lo que sigue...

Mafalda dijo...

...

Hola Andy:

Mmmm, esto de la votación por momentos se vuelve an novelesca, que adopta tintes peliculescos.

Te envío un saludete.
No discutiré más, yo votaré.

Mafalda

AndreaLP dijo...

Kix: Granados Chapa es un cuate muy coherente, informado e inteligente. De mis favoritos, definitivamente.

Respecto a lo que nos compartió Exe del Vitochas, las opiniones con argumentos son más que válidas y muy útiles para hacerse de criterio sobre el tema. Cada quién sabrá qué hacer con su boleta.

Mafaldita: Vaya usté a saber cómo se pondrá el asunto. Abrazos.