Don Tentación.

Tentaciones hay de muchos tipos y en todas partes: aquella prenda cuyo precio nos resulta excesivo pero que estamos dispuestos a pagar para por ver cómo lucimos con ella. La tentación de saltar en un charco luego de una tarde de lluvia. Aquel postre delicioso que parece hacernos ojitos justo cuando hemos iniciado con la dieta.....

Esta tentación tiene un nombre, y apellido. Y ésta tentación además tiene todo que ganar y nada que perder. Constantemente se acerca demasiado para percibir mi aroma y luego se aleja con la rapidez de un gato a punto de atrapar un ratón. Me deja impávida, sonrojada y sigue su camino como si nada.

Nos encontramos en la escalera con nuestras respectivas parejas y yo me siento como si fuéramos de primer mundo. ¡Mira que tu mujer me saluda con tanta efusividad que a veces pienso que hasta me aprecia! Si supiera lo que tengo en mente... No creo que fuera con tanto gusto a mi departamento para invitarme un café y platicar de lo maravilloso que resultas en la cama y lo feliz que la haces con tus detalles románticos. Y es que sólo incrementa ésa obsesión que tengo contigo. ¿Cómo se sentirán tus manos en mi cuerpo? ¿Qué tal besarás?

Debo confesar que desde que los conocí tu mujer me pareció una simplona pero tú... tú me encantaste desde que te ví cargando aquellas cajas por las escaleras. Me asomé por el pasillo para ver a dónde te mudabas. Pensé que eras el galán en turno de la chica del 203 pero me equivoqué: seguiste de frente y subiste un piso más para entrar al departamento 405, justo al lado mío. Y luego empezamos a escuchar sus teatritos amatorios en la madrugada y eso sólo hizo aumentar mi curiosidad por tí.

Un día de éstos te atrapo en el estacionamiento y compruebo por mí misma si tu boca sabe a menta y miel. Hasta puedo aparecerme en tu depa pretextando cualquier tontería cuando tu mujer salga de viaje. Un día de éstos fingiré demencia cuando te acerques demasiado, señor “T”.