martes, mayo 26, 2009

Dulces dieciseis.

En un día como hoy hace 16 años, tuve una de las experiencias más gratificantes y más duras de mi vida. Apenas tenía 18 años y aunque me sentí suficientemente madura para ser madre es obvio que apenas era una niña, una jovencita ansiosa de comerse el mundo a puños y a la que se le ocurrió que por vivir en pareja durante un año ya podía formar una familia. ¿Ilusa? Sí, y también ilusionada porque en ése momento el mundo y la vida me sonreían pues creía tenerlo todo: un marido del que estaba profundamente enamorada, un techo, comodidades y ahora, una vida en familia que anhelaba llenar con un bebé.

Llegué al hospital desde el día anterior en la mañana pues el trabajo de parto había iniciado así que el 25 de mayo lo pasé todo entre médicos, enfermeras y mujeres gritonas. Yo no grité ni me quejé porque siempre pensé que ‘lo verdaderamente duro’ del proceso estaba por venir. El único grito que recuerdo haber dado fue cuando usando fórceps sacaron de un jalón a mi pequeñita, completamente frágil y amoratada y quien emitía un quejido sordo pero de quién decían los médicos estaba bien y todo era normal. “Hora del nacimiento: 01:45 a.m. del 26 de Mayo de 1993, recién nacido femenino...” Yo lo presentí desde el principio y ése llanto ni era normal ni estaba bien, sin embargo traté de confortarla con mi abrazo y se la llevaron a los cuneros luego de la revisión del pediatra.

Por la mañana la primera visita que recibí fue de una psicóloga (trabajadora social) que después de preguntarme cómo estaba por mero trámite, me informó que la bebé estaba en terapia intensiva y que la podía ir a ver en cuanto pasara mi familia. A los pocos minutos entró el papá que más que orgulloso, parecía muerto fresco pues era obvio que no había dormido, comido ni descansado nada desde mi ingreso al hospital y que a pesar de todo, estaba feliz. Le dí la noticia, fuimos a Terapia Intensiva y vimos a nuestra bebé llena de tubos, mangueras y agujas en tal cantidad que daba la impresión de ser un rosado alfiletero con piel de durazno. El shock no fue cualquier cosa pero me permitieron entrar y tocarla, hablarle y acariciarla durante no sé cuanto tiempo y apenas estábamos asimilando lo que nos había dicho el médico sobre la situación de la niña cuando su papá, con todo su metro ochenta y cinco, cayó al suelo desmayado. Camilleros y enfermeros lo llevaron como pudieron hasta un sillón y le dieron jugo y un sándwich para que se recuperara y al día siguiente yo fui dada de alta y nos fuimos a casa sin bebé.

El peregrinar entre el hospital y la casa duró dos o tres semanas e iba a ver a mi pequeña dos veces al día con resultados curiosos: un médico me decía que iba excelente y el otro que no sabían si pasaría la noche. Al día siguiente el médico de la mañana me decía que había pasado mal la noche y el de la tarde que su mejoría era notable. Así transcurrieron los días y finalmente un día llegué a buscarla y ya no estaba en T.I., la habían pasado a los cuneros y si evolucionaba bien, en un par de días podríamos llevarla a casa. Maravillosas noticias que nos cambiaron el ánimo y ya no me parecía difícil ponerme bata, gorro, fundas y lavarme para poder entrar y cargarla, platicarle y cantarle.

El 26 de Mayo de 1993 nació la luz de mi vida, uno de mis amores más grandes y mi mejor regalo. Aquella persona que me hizo crecer, esforzarme y luchar para llegar más lejos y tratar de alcanzar mis sueños, todo a través del amor. Feliz Cumpleaños, peque!!!!!!!!

7 comentarios:

pez dijo...

Muchas Felicidades para tu niña, nena, adolescente, je

esperemos ahora vaya todo mucho mejor con su salud que hace 16 años

finalmente con lo que leí, no es tan raro que los papás nos desmayemos en los hospitales. lo bueno es que somos bien machos, ja

Axel Altamirano dijo...

Pues muchas felicidades, AndreaLP, a tí y a tu hija, vi varias coincidencias: yo también tengo 34 años,mido 1.85m, pero mi bebita apenas tiene 8 meses! Bueno, tampoco dormí ni comí bien 2 días cuando nació; pero no me desmayé, ya me había mentalizado para el momento (jajaja) saludos!!! °_°

Carlos Domínguez, dijo...

Qué maravillosa narración. Gracias por compartirla.

Lo que recuerdo vivamente del nacimiento de mi hija, ya que asistí al parto de mi esposa, fue ver su pequeño cuerpecito salir a la vida y al mundo.

Recuerdo que mi esposa se portó muy bien, cansada y agobiada, pero de buen humor.

También recuerdo que pusieron a mi hija en un pequeña cuña a un lado de una lámpara encendida. Me asombró como sus ojos recorrían todos los detalles de la lámpara. Me quedó claro que los bebés sí ven todo al nacer.

Hoy por hoy mi hija es universitaria y estoy orgulloso de ella.

Saludos.

AndreaLP dijo...

Pex: Para mi felicidad, no ha padecido más que enfermedades menores hasta ahora.

Alex: También tengo un bebito que ya casi llega a los 8 meses! Más coincidencias... aunque no es el mismo papá, jaja.

Carlos: Eres de los papás que andan el sinuoso camino hombro con hombro con la mamá! ¡Felicidades!

Héctor: Muchas gracias!

Axel Altamirano dijo...

Jajaja, megusta tu blog, aquí me tendrás dando lata... nuestros nombres empiezan A... ya, basta de coincidencias!!! :)

AndreaLP dijo...

Alex, otra coincidencia: mi hermano también es Alex! Jajaja, no, ya...

Exenio dijo...

FELICIDADES A AMBAS !!!