El caso es que parece que las peregrinaciones pierden su efecto si los fulanitos ésos se van en fila india o por la banqueta. Dios, la virgencita o el santo de su preferencia les piden de manera enfática que circulen en bola por los carriles centrales de las vías dónde más estorben. Y creo que también les pide que dejen sus trabajos, familias y obligaciones por una semana al año, ¿verdad? Porque tardan varios días en ir y venir y encima, se deben recuperar.
Son bien curiosos los pedidos de los santificados: cuando no les piden que hagan fiestones en los que se gasten lo que no tienen y beban hasta embrutecerse, les piden hacer esfuerzos y sacrificios que alguien que te ama ciertamente no te pediría porque no querría verte sufrir de tal modo. Pero el amor de ésos seres es raro, me cae. Quieren mucho a los pobres y éstos en retorno más a pesar de todas sus peticiones simplemente no progresan. ¿Por qué será?
En fin, no me hagan mucho caso. Estoy sólo divagando sobre lo extraño que me parecen algunas religiones, que por cierto, tienen a la gente sumida en la alegre ignorancia. Bien decía Marx que “las religiones son el opio de los pueblos” y eso que no soy comunista.
‘Ora sí, ¡vengan las piedras!
2 comentarios:
Mi peor experiencia con peregrinaciones ocurrió, por supuesto, un 12 de diciembre: a mi prima se le ocurrió casarse en ese día, así que viajamos en coche hasta Tampico...desde entonces me cagan...pero los peores son aquellos que 'peregrinan' entre semana, ¿acaso no trabajan?...saludos...
Pues a mi no me han tocado peregrinaciones en fin de semana, eh. La gran mayoria son entre semana. 500 anios y no hemos evolucionado.
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