It's just me

Señores, hace un momento lograron levantar mi últimamente caída autoestima, no diré nombres para no “chivear”, ¿Qué necesidad? Pero bien sabes quién eres… si, tú. ;-)

Este post lo escribo desde la tarde de hoy, martes, dado que no pienso acercarme a una computadora el día de mañana. Y no, no es porque esté harta de la chamba ni porque siga mal de la garganta, es porque asistiré a la ceremonia de graduación de mi peque. En serio, a causa del trabajo me he perdido momentos importantes para mi hija y ésas son la clase de cosas que odio de ser mujer trabajadora y si tengo oportunidad, no me los perderé más.

Volviendo al tema del “levantamiento del ánimo”: es genial cuando alguien te dice que considera buenos ciertos rasgos de tu carácter y la verdad es que no sabes ni porqué, ja. Obvio que todos tenemos cualidades pero no me considero una mujer maravillosa ni fuera de lo normal, sí fuera de lo común pero nada más; y eso porque no soy la clásica “niña buena” o la “princesita” de la historia: soy una cabezona bien hecha pero dentro de todo lo méndiga que puedo ser tengo claro que no quiero dañar a nadie en el camino. Acerca de lo anti-princesa que soy, recuerdo que una amiga me hizo una cita con un tipo y a media cena descubrí que teníamos en común lo que un calamar y un pingüino. El tipo se la pasó hablando de lo atractivo, exitoso y buen partido que era y yo, queriéndolo bajar de su nube. Mi último recuerdo de ésa noche fue estar escuchando un CD de Luis Miguel y yo quitándolo para escuchar a Metallica. Me dijo: “Esa música es muy agresiva para una chica como tú”, le expliqué que no tiene relación el rock con la agresividad, acto seguido me despedí con un beso en la boca y jamás nos volvimos a ver. Mi amiga casi me ahorca pues me había conseguido un “tipazo” y yo lo arruiné. Y es que así soy: jamás podría estar con alguien que no tolera lo que me gusta.